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Dos acontecimientos inquietantes: la muerte de Prigozhin
y la destitución de Surovikin.
Hace pocos días publicaba un artículo “La encrucijada rusa”[1] en la que trataba sobre el conflicto abierto en el aparato del Estado ruso entre quienes representan los intereses de la oligarquía y su objetivo político de “entrar en occidente” y quienes son conscientes de que el interés del imperialismo es destruir Rusia para posteriormente enfrentar a China. Los primeros estan a favor de un final inmediato de la guerra de Ucrania para volver a los antiguos negocios. Su representación en el gobierno sería el Ministro de Defensa, Shoigu, entre otros, y los segundos son más conscientes de que, más allá de Ucrania, el enfrentamiento con el imperialismo es de mucha mayor envergadura y requiere transformaciones de fondo, tanto en el complejo militar-industrial, como, sobre todo, en la conciencia del pueblo ruso.